lunes, 9 de febrero de 2009

LA HISTORIA DE UNA HISTORIETA (Parte 4)


En este país cuando uno emprende una tarea tan poco habitual como hacer una historieta quiere poner toda la carne en el asador. La primera vez puede ser la última vez. No hay espacio para recuperarse. Tras el fracaso de Viento Zonda, tenía una nueva chance. ¿Cómo no desperdiciarla?. Debería elegir bien los pasos a seguir.
Para comenzar descarte todas las ideas que no iban con el entorno donde iba a ser publicada. Un periódico de un club (como el Estudiantil Porteño) no era lugar para historias plagadas de violencia o sexo. El contenido debía ser familiar. Por su periodicidad mensual, no podía ser una historia que continuara dado que con 30 días de diferencia ningún lector podría seguir la trama con atención. Experimentos así funcionan con periodicidad diaria o, a lo sumo, semanal.
Descartado los elementos busque lo que me gustaba. Para empezar los superhéroes, el entorno local (que las cosas pasen en lugares reconocibles por el lector como en El Eternauta) y la amplitud de tono. Soy un admirador (Gus Lucero también) de la etapa Giffen- De matteis y Maguire en la Liga de la Justicia. Me encanta cuando los autores pueden jugar con los personajes y tomárselos en broma. Para mi eso no los afecta, luego puedo disfrutarlos en una historia dramática sin problemas. Por eso creí que era importante un personaje amplio, que te pueda hacer reir, llorar o pensar.
Retome la imagen de un chico superhéroe como en Zonda, pero esta vez sin poderes. Quería que los chicos que iban al club y que tenía la historieta al alcance de su mano se sintieran identificados. Lo hice deportista y lo dote de patines y palo de hockey, porque ese es el deporte lider en esa institución (y además es uno de los deportes donde nuestro país mas se destaca en el terreno internacional, aunque aquí nadie lo sepa).
Me parecía muy fuerte la imagen de ese chico sobre patines (que lo harían parecer mas alto y lo harían sentir mas fuerte para enfrentar a sus enenigos) con un stick en la mano. Eran elemenos propios del mundo de los superhéres (me vienen a la mente la vara de Robin o hasta el Martillo de Thor) pero sacados del mundo real. Si quisieras convertirte en superhéroe y no tuvieses el dinero de Tony Stark o Bruno Diaz, seguramente la escoba de tu vieja se vería bien. Y un stick era mucho mejor que la escoba.
Faltaban algunos días más para ver la cara de mi héroe. La primera ecografía.


Gustavo Secreti

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