La respuesta apareció desde el costado racional de mi cerebro: Por que la gente no necesita historietas. En un mundo donde existen los videojuegos, internet, DVD y televisión las 24 horas del día, solo un grupo de románticos incurables buscan esparcimiento o conocimiento en la lectura. ¿No se dieron cuenta que en las exposiciones o convenciones sobre el tema somos siempre los mismos?. Para colmo las mayorías de las historietas basan sus argumentos en cosas que solo conocen los lectores de historietas. Para disfrutarlas hay que ser un entendido en la materia.
Entonces se me ocurrió la segunda parte del proyecto: Entregar la historieta a medios de distribución gratuita (generalmente barriales) para intentar que llegue a quienes habitualmente no leen el género. De esa manera buscaría plantar una humilde semilla para que otros me imiten, para difundir este arte que amamos con hechos en lugar de palabras.
Claro que debía contar con un socio que apuesta a esta práctica no rentada.
La tarea no iba a ser fácil
Gustavo Secreti